Hospital de Ambilly Annemasse Ambilly. CollHospital de Ambilly Annemasse Ambilly. Coll
©Hospital de Ambilly Annemasse Ambilly. Coll|Coll. DE
Leyendas e historias localesTres localidades, tres historias
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Tres localidades, tres historias

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Adéntrate en la historia de estos tres municipios: Cruseilles, Ambilly y Collonges-sous-Salève. Descubre los secretos de su pasado, sin los que estos pueblos no serían lo que son hoy, y déjate sorprender por las anécdotas que han forjado su identidad.

La historia de

Cruseilles

Los primeros vestigios de asentamientos humanos en la zona de Cruseilles se remontan a la Edad del Hierro (800 a. C.). El nombre del municipio podría venir del término Crusillia, que quiere decir “cruce de caminos”. Y, efectivamente, en el escudo de armas de la localidad puede verse una concha de peregrino con cinco estrellas que simbolizan los cinco caminos que, antaño, conducían desde Cruseilles hasta Francia, Saboya, Suiza, Chablais y Faucigny.

Asimismo, en el municipio se han identificado vestigios de asentamiento de diferentes pueblos: restos alóbroges, monedas romanas, tumbas burgundias o nombres de lugares como Les Goths, que recuerdan la presencia germánica en estas tierras. En el siglo V, la aldea de Noiret albergaba un cementerio de la Alta Edad Media, mientras que en los siglos XII y XIII hay constancia de la existencia de un castrum (un lugar fortificado) y, posteriormente, de un castillo donde ahora se halla Cruseilles. Las primeras franquicias del burgo, entonces vinculado a los condes de Ginebra, se firmaron en 1282, otorgando el estatus de hombres libres a los habitantes de la ciudad.

En 1590, durante las guerras entre Saboya y Ginebra, Cruseilles fue atacada y saqueada por los soldados ginebrinos. El dinámico burgo mercante perdería su atractivo en el s. XVI, cuando la ruta comercial Chambéry-Annecy-Ginebra fue sustituida por otra que conectaba la ciudad de Calvino a Chambéry, pasando por Rumilly. En 1839, la construcción del Puente de la Caille, inaugurado por Carlos Alberto, rey de Piamonte-Cerdeña, revitalizó la conexión entre Annecy y Ginebra, mientras que los baños termales de la Caille, a orillas del río Usses, gozaban de una popularidad cada vez mayor.

El municipio que se unió a Francia en 1860 era esencialmente rural. En 1907, Cruseilles asistió a la construcción, en lo alto del monte Salève, del magnífico Château des Avenières, por parte de una acaudalada ciudadana estadounidense, Mary Wallace-Shillito. El municipio también está vinculado al actor André Dussollier, que pasó aquí toda su infancia, y a Louis Armand (1905-1971), ingeniero, miembro de la Resistencia, director de la SNCF, académico y alto funcionario del Estado, apodado “el saboyano del siglo XX”.

Un viaje al pasado

en Ambilly

Los orígenes de Ambilly, ciudad fronteriza de 6300 habitantes perteneciente a la mancomunidad de Annemasse Agglo, se remontan al siglo I d. C., como atestiguan los restos del acueducto romano que llevaba agua desde Les Voirons hasta Ginebra. El propio nombre de Ambilly viene del patronímico de un rico romano llamado Ambiliacus, que poseía una gran villa galorromana con termas en estas tierras. Posteriormente, la finca de Ambilly pasó a ser propiedad de la Iglesia católica de Ginebra en 1022, fecha en la que fue cedida al conde Humberto “Mano Blanca”, fundador de la Casa de Saboya.

A principios del siglo XIV, cuando Annemasse se anexionó a Faucigny, Ambilly era propiedad del obispo de Ginebra, antes de pasar a manos de los condes de esta ciudad, para luego convertirse en saboyana y formar parte de la jurisdicción de Gaillard. En el año 1536, la región fue ocupada por los berneses, que acudieron en ayuda de Ginebra, amenazada por los saboyanos. Convertida al protestantismo bajo el dominio bernés, la parroquia de Ambilly sufrió en 1590 el saqueo de las tropas del duque de Saboya. En 1597, Francisco de Sales plantó solemnemente la cruz de Ambilly, simbolizando el regreso de la fe católica a estas tierras.

Tras la derrota de Napoleón, el Tratado de Turín de 1816 despojó a Ambilly de la mayor parte de su territorio. Más allá de Foron, se asignó una extensa zona agrícola al cantón de Ginebra, aunque Ambilly siguió siendo propietaria de los “bienes comunales de Ambilly”, situados en Thônex. Estas 20 hectáreas de terreno se vendieron y alquilaron provechosamente a Ginebra en 1970 y 2011. El 3 de agosto de 1843, tras la disolución del municipio de Ambilly-Gaillard por Carlos Alberto, rey de Piamonte-Cerdeña, Ambilly se convirtió finalmente en un municipio autónomo. 17 años más tarde, en 1860, la localidad se unió a Francia integrando el nuevo departamento de Alta Saboya. Por último, Ambilly es el municipio más pequeño de Alta Saboya (125 ha de superficie), lo que no le impide dar cabida en su territorio al Léman Express, el ecobarrio Étoile, la Vía Verde de Gran Ginebra o el tranvía de Annemasse.

Rumbo a

Collonges-sous-Salève

El primer asentamiento se remonta a la Edad de Bronce (1500 a. C.) a los pies del monte Salève. El nombre de este municipio proviene de la época galorromana y viene del latín colonica, que quiere decir “colonia”. El territorio de Collonges, que en su día perteneció a la abadía de Talloires, se convirtió al protestantismo en 1536 y sufrió la dura ocupación bernesa hasta el regreso del catolicismo en 1597. Durante mucho tiempo, la historia de Collonges estuvo también ligada a la de Archamps, ya que ambas entidades se separaron en 1836. Tras la derrota de Bonaparte, el Tratado de Turín de 1816 afectó a Collonges, que perdió la aldea de Évordes, anexionada a Ginebra, mientras que la nueva frontera francosuiza se fijó en el río Drize. Como dato anecdótico, el 29 de agosto de 1859, el compositor Giuseppe Verdi se casó en secreto en la iglesia de Collonges con la cantante Giuseppina Strepponi.

Tras unirse a Francia en 1860, el municipio aprovechará el atractivo turístico del monte Salève para convertirse en un destino saludable, conectado con Ginebra a través del tranvía.  A principios del s. XX, el desarrollo de la escalada, un deporte introducido por los ginebrinos, aumentará aún más el atractivo del municipio, que concentra en su término las paredes de roca más hermosas del Salève. Desde Horace-Bénédicte de Saussure hasta Raymond Lambert, muchos alpinistas hicieron sus primeros pinitos en las montañas de Collonges, antes de acometer hazañas en los Alpes o el Himalaya. En 1920, el municipio tuvo incluso el honor de que el nombre de uno de sus barrancos, el Varappe, se incluyera en el diccionario Larousse como un tipo de escalada.

Durante la Segunda Guerra Mundial, su ubicación fronteriza convirtió a Collonges en una tierra de esperanza para los refugiados judíos que trataban de llegar a Suiza. Durante este periodo convulso, el honor del municipio será defendido por hombres excepcionales como el cura Marius Jolivet o el protestante Jean Weidner. Desde los Treinta Años Gloriosos hasta hoy, Collonges ha experimentado un fuerte crecimiento demográfico gracias al dinamismo económico de Ginebra. Un fenómeno que se ve intensificado por la ubicación ideal de este pueblo, junto al cantón de Ginebra y cerca del monte Salève.

Un especial agradecimiento

a Dominique Ernst por la investigación y redacción de este artículo.

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